En un día que se respiraba un olor a noche esplendorosa, bañada de aromas de apasionada juventud, montada en carros relucientes de espléndidos plumajes que con nobleza desfilaban a un convite de grandes emociones: la presentación de una candidatura de aires renovadores, con ese candor explosivo de la juventud. Por fin había jóvenes de un sentido delirio embriagador que nos llevaría al triunfo de ensueño de aquellas flores lejanas del ayer. En un recinto abarrotado de risas perladas, refrescantes besos, aplausos con sus cantos de amores, era la fiesta socialista. El numeroso público de tropa enardecida de escuadrones resonantes de fieles, les invadía el espíritu vencedor de la segura victoria en la batalla, como aquellas lanzas victoriosas de los cristianos del famoso lienzo velazqueño “La rendición de Breda”. Pasada la enternecedora noche de un hervoroso torrente de alegría de tan implicados jóvenes, eliminado el barullo de las hormonas de los asistentes, restablecido el equilibrio emocional y la llegada de la lucidez objetiva a las mentes; allí solo vimos el verbo fluido, sonoro y timbrado, con buen dominio de la escena, de una deslumbrante presentadora, Clara Escobedo, n.o 6 de la candidatura; y un vistoso candidato de sonrisa refrescante n.o 2, Alejandro Riscat.
El resto de la velada... solo era ruido. La aparición del nuevo mesías socialista, el tenor que debía aportar el canto a la música innovadora, el nuevo faro de Alejandría del partido, no llegaba a entusiasmar, no contagiaba el ambiente ante el festín recreado. Superado de emociones, falto de frescura, sin dominio de la escena, no irradiada esperanza a una feligresía entregada. Avanzando en campaña, las sombras de los rumores (que jamás descansan) iban creciendo. La eterna noche de los últimos años no parecía amanecer en el hoy. El instante de los nuevos tiempos se antojaban lejanos. Los arcos se iban destemplando, las lanzas doblando, y empezaba a volar en el viento la angustia de la duda. El candidato no atrapaba, a pesar de su imagen impoluta, cuál blanca embarcación, no se le veía un dulce navegar. Sus pasos, encorsetados, ligeros, nobles y erguidos, no producían la dulce fragancia de las sombras.
El magnífico amanecer socialista se estaba difuminando en tristes melancolías. La magia primigenia se estaba apagando como el fuego de una cachimba. Las veloces flechas se iban ralentizando. El día de inicio de campaña, en la acogedora cafetería Brisamar, con una importante reducción de fieles, el encanto se tornaba confuso; el aspirante a potente faro parecía una farola de la Avenida Joaquín Dualde, de tímidos reflejos; lo que parecían luces celestes eran dormidos luceros. No nos debemos dejar de engañar, el joven PSOE, al final, nos ha llevado a un viaje a ninguna parte. No ha tenido lugar la resurrección de Lázaro, ni la entrada triunfal de Cleopatra al corazón de Roma. Un fracaso más doloroso que los anteriores, en que el enfermo era terminal y el fallecimiento esperado. Este nuevo entierro, sin ser tan fervoroso como el del conde de Orgaz, del lienzo del genio innovador el Greco, abundaban lágrimas rojas, los pechos heridos, los llantos aromados de dolor, atronaban en las mentes socialistas de ojos apagados, enlutados en sus sueños de gloria, los alaridos de desesperación atravesaban los naranjales y llegaban al contaminado mar Mediterráneo, donde los sufridos pescadores lloraban también “La mar amarga” de Lorca.
Algunas mujeres piadosas acudían a la iglesia a recitar unos fragmentos de las lamentaciones del profeta Jeremías. El señor Moreno, ajeno a las quejas fúnebres, preparaba la boda con Més Compromís, negociando las dotes a convenir a tan interesado matrimonio. Mal aconsejado, lleno de angustias y ansiedades, sin calibrar la fuerza de sus tres concejales para la gobernabilidad municipal, acepta limitadas competencias que le llevarían a un rincón del olvido oculto en la sombra de Mes Compromís. El mago de la escena todo lo tenía preparado, si los números le eran propicios. Alfred, con sus músicas mágicas, de floridos encajes, a cada cual reparte sus dones, siempre con sublime sapientia, a los que señala a conveniencia en afines o enemigos, a los que endulza o diestramente combate. En esta ocasión, necesitado de la dulce paz del Castillo, convierte a sus acérrimos adversarios en aliados, con las prevendas más viejas y valoradas de la política actual: “el poderoso caballero... que abre las puertas y ventanas más severas”. El concejal Moreno, con sus ansias y rápidos deseos de asumir acciones políticas, recibiría de un maestro del tablero político local, una clase magistral de sabiduría negociadora: le debió hacer creer que podría volar por el Palau, como el gran ilusionista David Copperfield lo hacía en el teatro durante sus maravillosas actuaciones imitando a Superman. Pero claro, ¿cómo es posible enfrentarse al fecundo poder mágico de este gran comunicador, que mezcla las cruces de lo divino con las de los humanos, todo lo domina y a todos embruja como los naipes del inigualable mago Tamariz? Lo extraño es que no saliera de la reunión con el carnet de Més Compromís y una fotografía firmada de Baldoví. Con los 18.656 y 11.481 € anuales (ambos sin dedicación exclusiva), el señor Moreno y la señora Montolio, se sentían confortados como un potente y dulce surtidor de alegría. Alfred, tras 12 años de soberanas abundancias, inundado de grandes complacencias de los votantes, estaba orgulloso del trabajo bien hecho.
Asegura plácidos paseos palaciegos a la alcaldesa Carla Nebot, le asigna una nueva Mano del Rey, el fortachón Luis Martín Ruiz de la Hermosa como guardián del Castillo, debilita aún más al PSOE con dos concejales y con graves arrugas en la frente, condena a la indiferencia al combativo Ximo Campos (PP) y enjaula como un pájaro cantor solitario al buen concejal P. Morán de Unidas Podemos. ¡Qué gran jugada! Mientras allá en la lejanía, Alejandro Riscat, n.o 2 del PSOE, iba contemplando alegre como dos cariñosas palomas se arrullaban pensando la suerte que ha tenido al pertenecer a una feliz bandada de palomas, de repente, al cruzar una esquina, el suspirar del viento se enrarece, su semblante enmudece, unos lacerantes tambores lejanos que le sonaban a curvos puñales de traición, le anunciaban su exclusión del gobierno municipal. Su seductora sonrisa, como un fresco frasco cristalino, estrellada, quedaba en el suelo. En un escueto comunicado anunciaba su abandono del grupo socialista. En los plenos municipales, absorbidos por el gran portavoz del equipo de gobierno, el gran Alfred, se muestran mudos de elocuencia con sus miradas envueltas en un mar de brumas ajenos a las tensiones de los debates, el señor Moreno y la señora Montolio, parecen náufragos a la deriva en alta mar a la espera de un barco salvador.
Finalmente, el reto más importante a que se debe enfrentar estos nuevos jóvenes del PSOE, de loables empeños y grandes entusiasmos, es buscar con tranquilidad UN LÍDER que sepa leer los problemas complejos del pueblo, con un imprescindible atractivo comunicador y pueda apagar los voceríos confusos que se están agitando en las sombras socialistas, desmotivando una vez más a sus votantes y, con maestría y sabiduría, encienda el potente faro del partido demasiados años apagado.
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